La emoción de él y sus compañeros desde el jardín trascendió las fronteras del acto de entrega de diplomas. "Ojalá que todos tengan a un Valen en sus vidas", dijo una de las alumnas. El amor de sus padres y de todos lo que lo conocen.

Cuando nombraron a Valentín Elmasian en el Salón Dorado de la Municipalidad de La Plata, los aplausos ensordecieron el lugar. Eran sus compañeros de curso, los que lo acompañan desde el jardín, que una vez más celebraban con orgullo que Valen recibiera su diploma del colegio secundario. "Fue la culminación de muchos años de esfuerzo.

A Valen, la integración no solo le dio una adaptación en la institución, sino además una vida plena, una vida social para poder manejarse en otros ámbitos, ya sean deportivos, laborales o sociales", cuenta su papá, Matías Elmasian a TN.com.ar.

Tanto Matías, como Sabrina Correa, la mamá, no pueden ocultar la emoción. El camino que recorrieron junto a su hijo se convierte en un ejemplo de inclusión. "Valentín nos enseñó que todo se puede, puso mucho esmero de él.

Era algo que nunca imaginamos porque con Matías vivimos siempre el día a dia. No sabíamos qué iba a pasar al año siguiente. Ya que terminara la primaria fue algo maravilloso.

Cuando nos dijeron que iba a seguir en la secundaria fue una emoción muy grande. Me acuerdo cuando escuchamos de los directivos las palabras 'sigue integrado en sexto grado', fue tocar el cielo con las manos", explica Sabrina, su mamá.

Cuando Valen nació en 1999, sus papás eran muy chicos, tenían 20 años. Hoy, recuerdan las dudas e incertidumbre del comienzo. "Fue lo 'no esperado' pero desde el primer momento lo amamos. Valentín tenía 20 días de vida cuando llegamos a APADIM (una institución con un perfil orientado hacia la contención, protección e inclusión de las personas con discapacidad).

Allí, nos explicaron sobre la estimulación temprana y empezamos a pensar en una posible integración en una escuela común, para nosotros fue una sorpresa y una alegría", detalla Matías.

El camino no fue fácil. Al principio, tuvieron que recorrer varias instituciones hasta dar con el colegio Monseñor Rasore que tiene los tres niveles de enseñanza y recibió a la familia con amor desde un primer momento.

"Recorrimos varios jardines hasta que dimos con el San Ponciano, parte de la institución que integra el Monseñor Rasore. Allí. nos abrieron las puertas desde el primer día. La clave es entender que si se les da la oportunidad, ellos pueden hacer la vida de cualquier persona. Valen sale, trabaja, tiene una vida como cualquier otro ser humano y eso es lo que queremos dejar en claro", indican los padres.

La clave de la integración fueron los chicos, sus amigos. "El grupo humano, los valores de las familias de los compañeros. Desde un principio, lo aceptaron, lo amaron y lo protegieron siempre. Venían a los cumpleaños, lo abrazaban y lo aplaudían.

Siempre fue muy querido y eso nos dio fuerza a toda la familia. De APADIM, iba una maestra integradora a veces una, dos o tres veces por semana dependiendo de las materias y, junto con el equipo de la escuela, colaboraron para que hoy reciba su título", destacan.

"Valentín tiene una vida con los chicos en la escuela, pero también va a tomar una cerveza, a fiestas con los amigos.

Nosotros como papás siempre quisimos darle la libertad, él siempre estuvo integrado desde la guardería, después fue a colonias, a jugar al fútbol, a clase de batería. Él se maneja solo en la calle, maneja dinero, está trabajando en una peluquería canina donde baña perros, les corta el pelo. También trabaja en una pizzería como mozo".


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