En una entrevista con La Mañana de Natagalá, Verónica Cañete, abogada del Dispositivo de Violencia de Género, junto a la psicóloga Cecilia Vallejos, Julieta Le Vraux, y María Elena Hertel, directora del Centro de Abordaje a las Violencias y del Hogar Transitorio para Víctimas de Violencia, abordaron las complejidades del trabajo con personas afectadas por violencia de género.
Cañete y el equipo destacaron la necesidad de un enfoque integral y multidisciplinario, que incluye protección judicial, apoyo psicológico y asesoría social, para abordar de manera efectiva los casos.
El equipo explicó que una persona víctima de violencia a menudo llega al centro en un estado de profunda vulnerabilidad y confusión, con una identidad debilitada y sometida a la voluntad del agresor.
Vallejos señaló que esta despersonalización de la víctima es parte de una violencia crónica que afecta aspectos psicológicos, económicos y sociales.
Asimismo, Cañete y Le Vraux destacaron que el contexto cultural y las relaciones asimétricas en la sociedad patriarcal influyen en la construcción de relaciones de dependencia. "No siempre se trata solo de la autoestima; el trasfondo cultural y familiar es clave", aseguró Le Vraux.
También señalaron un aumento en la manifestación de la violencia psicológica, que es más difícil de identificar y abordar debido a su sutileza. “La violencia simbólica y los micromachismos todavía persisten de forma casi imperceptible”, agregó Vallejos.
La discusión también exploró cómo la figura de la "víctima clásica" – vulnerable y claramente afectada – contrasta con la denominada "mala víctima", una persona que no encaja en estereotipos y enfrenta prejuicios por no mostrarse de forma evidente como alguien que sufre.
“A menudo, se duda de las víctimas que no parecen ‘perfectas’, lo que perjudica la comprensión de su situación”, explicó Le Vraux.
Hertel destacó que el proceso de recuperación es gradual y no siempre lineal. “Las víctimas a veces vuelven a vincularse con sus agresores, ya sea por afecto o situaciones como enfermedades, lo cual es un proceso de desvictimización que requiere acompañamiento constante”.
Las especialistas coincidieron en que, aunque es común que las víctimas experimenten una dependencia que las hace retornar a vínculos violentos, no necesariamente significa que deseen volver con el agresor.
Este tipo de dependencia, explicaron, difiere del conocido "Síndrome de Estocolmo", ya que en casos de violencia de género la manipulación del agresor juega un papel determinante.
Sobre la posibilidad de "curar" a una persona violenta, tanto Cañete como Hertel subrayaron que, en la mayoría de los casos, los victimarios solo acuden a tratamiento para cumplir con una orden judicial, buscando constancias que les permitan solicitar el levantamiento de medidas cautelares, sin interés genuino en modificar sus conductas.
Cañete explicó que "si no hay voluntad de hacer un proceso de reconstrucción y de rever sus actos, es poco probable que cambien", mientras que Hertel indicó que los agresores suelen mostrarse como "buenos vecinos y amigos" en su entorno social, pero mantienen comportamientos destructivos en sus relaciones íntimas.
Vallejos destacó que, en términos generales, la violencia es una conducta aprendida que puede desaprenderse. "La violencia que vemos cotidianamente está muy ligada a lo social y cultural. La deconstrucción es posible, pero lleva tiempo y esfuerzo", afirmó.
En la misma línea, Le Vraux señaló que las condiciones del entorno de cada persona, como un contexto familiar violento, pueden influir en el desarrollo de estas conductas, aunque insistió en que el cambio es posible.
Las especialistas enfatizaron la importancia de los dispositivos de apoyo en el proceso de recuperación de las víctimas.
Desde el equipo en el barrio La Rubita, donde trabajan en desnaturalizar la violencia y fortalecer la autoestima de las víctimas, María Elena Hertel explicó que el acompañamiento es esencial para que ellas puedan sostener sus denuncias y reconstruir sus vidas.
Este proceso, mencionaron, permite que las víctimas puedan, con apoyo, romper el aislamiento social al que han sido sometidas por sus agresores.
Finalmente, la charla cerró con una reflexión sobre la resiliencia y la esperanza de que tanto víctimas como agresores puedan cambiar, siempre que haya voluntad y acompañamiento adecuado. "La víctima sí puede curarse", concluyó Cañete, remarcando la necesidad de construir una red de apoyo sólida y confiable para avanzar hacia una vida sin violencia.
Información accesoria:
Servicio de Atención Integral a Niños, Niñas y Adolescentes Víctimas de Violencia (SAINNAV) atiende en el consultorio 21 del Hospital Pediátrico.
Línea 102. Línea 137 y whatsapp 3624-970522 3624-642032. Línea 111
Subsecretaría de Niñez, Adolescencia, Familia y Adultos Mayores - San Roque 25 - Piso 1 Tel 4452986 y 4428319
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