La segunda vez fue mejor que la primera y hasta con retratos del Che Guevara en las manifestaciones que, este martes, reprobaron en la calle el proyecto de reforma del sistema de pensiones promovida por el presidente Emmanuel Macron.

Una pancarta decía “Metro-laburo-tumba” como síntesis de la oposición que despierta el aumento de los actuales 62 años a los 64 como edad mínima para jubilarse con, en el medio, sectores más castigados que otros como es el caso de las mujeres (ganan 40% menos que los jubilados hombres) o los trabajadores que, por alguna u otra razón, interrumpieron sus carreras.

Las autoridades reconocieron que las manifestaciones del 31 de enero, con 1,3 millones, sumaron más gente que las precedentes (1,2 millones).

Los sindicatos incrementan esas cifras oficiales a 2,8 millones de personas en las 250 marchas que se llevaron a cabo en toda Francia con un pico de medio millón de personas en París (87 mil según la policía).

En la capital francesa hubo bastante más gente que el pasado 19 de enero y lo mismo ocurrió en las manifestaciones de Marsella (40 mil), Lyon (45 mil), Nantes (28 mil).

Febrero caliente

Todas las ciudades se llenaron de gente sin importar su tamaño, lo que se traduce en dos hechos: se trata de un movimiento social de records que superan las grandes manifestaciones de 1995 en contra de reformas sociales: a diferencias de otras tantas y tantas ocasiones, esta vez no hay desbordes, ni violencia, ni gases lacrimógenos, ni, por ahora, agresiones policiales o infiltraciones tóxicas. Es un movimiento social de la nueva era, masivo y pasivo.

El éxito de sus dos versiones condujo a los sindicatos a renovar la apuesta con dos nuevas convocatorias a la huelga y las protestas para el 7 y el 11 de febrero próximos.

”Si la Primera Ministra no escuchó el mensaje, hoy tenemos ganas de decírselo más fuerte y con mucha más gente”, dijo el Secretario General de la CGT, Philippe Martinez.

Fuente: Página 12


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