En el día de hoy se realizó la ceremonia de sepultura de Shiri Silverman Bibas junto a sus hijos Ariel y Kfir. En Israel todo el pueblo está hoy de luto, unido en un momento de duelo y de dolor.
Hoy Argentina e Israel lloran a sus hijos. Dos preciosos niñitos en brazos de su madre regresan a su descanso final. Y todos nosotros, dos países con el corazón hecho pedazos, los acompañamos, a su morada eterna.
Éste no es el momento por el que rezamos. Este no es el final que anhelamos. Soñamos con verlos regresar con rizos de oro adornando sus cabezas, con la mirada viva y juguetona que brillaba en sus rostros. Y a su madre Shiri, todavía cobijándolos bajo sus alas y protegiéndolos de todo mal.
La imagen de Shiri cargando a sus dos bebés aterrorizados y con lágrimas en los ojos, abriéndoles paso entre las armas de las bestias humanas, se nos quedará grabada para siempre.
Un rostro que contiene la luz más bella, el amor más noble y más puro, y al mismo tiempo que padece la maldad más horrible y despiadada. Un retrato que encapsula toda la historia detrás de la tragedia del 7 de octubre. La esencia de la bondad frente al ansia de asesinar.
Hoy resuena en nuestros oídos una canción de cuna. La misma nos acompaña mientras Kfir, Ariel y Shiri, su maravillosa madre, reciben sepultura.
Sus hermosos rostros serán un grito desgarrador que resonará en cada rincón del mundo; un llanto que despierte los corazones de los pueblos cuyos sentidos están embotados; su sentido de la justicia, distorsionado; su alma, sellada. Que vea el mundo que hoy enterramos a los más dulces e inocentes de sus hijos. Que abra su corazón y se una al clamor que hoy une a nuestros pueblos.
Que el mundo escuche que Shiri, Kfir y Ariel son queridos. Que sepa que desde el día en que nos los arrebataron, no paramos ni por un instante de orar, llorar, aguardar, desear y de mantener la esperanza de verlos regresar con vida junto a su valiente padre Yardén, el héroe recién regresado del Valle de la Muerte. Ahora, no hay palabras que puedan sanarnos el corazón. Y nos resistimos a ser consolados.
Fuente: Infobae