Mientras líderes de todo el mundo multiplicaron este lunes sus advertencias sobre el apocalíptico impacto del cambio climático para la vida en la Tierra, en el inicio de la cumbre mundial sobre clima más importante en años, la presidencia británica de la conferencia pareció anotarse un primer éxito: se firmará este martes un acuerdo para detener la deforestación en 2030, a partir de 19.200 millones de dólares de fondos públicos y privados.

El anuncio, que el primer ministro Boris Johnson intentó mostrar como “un compromiso sin precedentes, que pondrá fin a la larga historia de la humanidad como conquistadora de la naturaleza”, fue rechazado sin embrago por organizaciones ambientalistas, que juzgan que el acuerdo significa otra década de “destrucción forestal".

"Países que abarcan desde los bosques septentrionales de Canadá y Rusia hasta las selvas tropicales de Brasil, Colombia, Indonesia y la República Democrática del Congo respaldarán la Declaración de los Líderes de Glasgow sobre los bosques y el uso de la tierra", detalló la Presidencia del encuentro en un comunicado.

La lista de más de cien firmantes reúne a países cuestionados por su falta de políticas para el área, como Brasil, Rusia y China, junto a naciones como Costa Rica, Ecuador, Estados Unidos y la Unión Europea, que "reúnen en conjunto el 85% de los bosques del mundo, una superficie de 33,6 millones de km2”, según el texto.

Hasta este anuncio, el tono dramático había sido la constante de los discursos al comienzo de la cumbre de dos días en Glasgow, Reino Unido, que reúne a líderes de unos 130 países, entre ellos el presidente Alberto Fernández, el evento de mayor perfil de las casi dos semanas de conferencia de la ONU sobre clima COP26 en la ciudad escocesa.

Anfitrión del evento, Johnson comparó el calentamiento global con un "dispositivo del día del juicio final" adosado al cuerpo de la humanidad, mientras que el presidente estadounidense, Joe Biden, dijo que nadie "podrá escapar a lo peor" si no se toman enérgicas medidas esta misma década.

A su turno en el podio, el secretario general de la ONU, António Guterres, dijo ante los jefes de Estado y de Gobierno que los seres humanos estaban “cavando nuestra propia tumba" y que "Es hora de decir basta" y "salvar a la humanidad" del daño irreparable que este ritmo de cambio climático causará en la naturaleza y la humanidad.

Con los países más ricos históricamente menos inclinados a adaptar su economía para reducir sus emisiones de gases, la primera ministra de Barbados, Mia Mottley, alzó la voz en nombre de las naciones pobres y afectadas por el cambio climático, pidiendo "evitar que la ambición y el egoísmo siembren las semillas de nuestra destrucción".

La negociaciones sobre clima de la ONU, que llegan tras ser canceladas el año pasado por el coronavirus, buscan resolver las cuestiones que quedaron pendientes desde el Acuerdo de París de 2015, cuando más de 190 países acordaron impedir que el calentamiento global supere este siglo los 1,5°C respecto de los niveles preindustriales.

Científicos dicen que las posibilidades de alcanzar esa meta, acordada en la capital francesa hace seis años, se están evaporando.

El mundo ya se ha calentado más de 1,1°C, y las proyecciones actuales basadas en los planeados recortes de emisiones de gases para la próxima década indican que se calentará 2,7°C. para el año 2100.

La cantidad de energía liberada por tal calentamiento del planeta derretirá gran parte de los hielos del mundo, elevará el nivel de los mares y hará más probables fenómenos climáticos extremos, han advertido los expertos.

El anuncio sobre la deforestación a partir de 2030, sin embargo, fue rechazado por organizaciones como Greenpeace, a través de su directora ejecutiva, Carolina Pasquali, que puso al presidente Jair Bolsonaro en el centro de la escena: "Hay una muy buena razón por la que se sintió cómodo firmando este nuevo acuerdo y es que esto permite otra década de destrucción forestal y no es vinculante".

"La Amazonia ya está al borde y no puede sobrevivir a más años de deforestación. Los pueblos indígenas piden que se proteja el 80% del Amazonas para 2025, y tienen razón, es lo que se necesita. El clima y el mundo natural no pueden permitirse este acuerdo", subrayó Pasquali.

Bosques y selvas absorben casi un tercio del CO2 global emitido por la quema de combustibles fósiles, pero cada minuto se pierde una superficie forestal equivalente a 27 campos de fútbol, según la presidencia de la COP26.

Por otra parte, el 23% de las emisiones mundiales de CO2 proceden de actividades como la tala, la deforestación y la agricultura y 1.600 millones de personas -casi 25% de la población mundial- dependen de los bosques para su subsistencia.

El compromiso de "detener y revertir la deforestación y la degradación de la tierra para 2030" incluye un "paquete de compromisos económicos y políticos sin precedentes", aseguró el gobierno británico.

Estas medidas se apoyarán en un fondo de 12.000 millones de dólares de dinero público aportado por 12 países entre 2021 y 2025, más 7.200 millones de dólares de inversión privada por parte de más de 30 instituciones financieras mundiales, incluidos gigantes como Aviva, Schroders y Axa.

Otros 28 gobiernos que representan el 75% del comercio mundial de productos básicos clave que pueden amenazar los bosques -como el aceite de palma, el cacao y la soja- deben firmar otra declaración comprometiéndose a reducir la presión sobre los bosques, apoyando a los pequeños agricultores y mejorando la transparencia de las cadenas de suministro.

Otro de los objetivos del encuentro es que las naciones ricas ratifiquen el nuevo plazo del año 2023, anunciado la semana pasada, para cumplir con su promesa de dar 100.000 millones de dólares anuales a los países pobres y más vulnerables al cambio climático, algo que se habían comprometido a hacer en 2020, pero que no hicieron.

En la cumbre hay grandes ausentes, como el presidente Xi Jinping, de China, el mayor emisor de gases contaminantes, y sus pares de Rusia, Vladimir Putin, y Turquía, Recep Tayyip Erdogan, que canceló a última hora.

Sí estuvo el primer ministro indio, Narendra Modi, que anunció que su país, el tercer mayor emisor detrás de China y Estados Unidos, alcanzará la neutralidad de carbono para 2070.

De América Latina no acudieron ni el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, ni el brasileño Bolsonaro, pero el ecuatoriano Guillermo Lasso anunció la ampliación de la reserva natural de las Islas Galápagos y planteó un canje de deuda externa nacional para la conservación de esa reserva.

El presidente boliviano, Luis Arce, denunció en cambio el "capitalismo verde" y lamentó que las negociaciones climáticas siguen estando dominadas por las reglas impuestas por los países desarrollados.

Fuente: Télam


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