
Una potente explosión sacudió el Parque Industrial de Carlos Spegazzini, en Ezeiza, en la noche del viernes y desencadenó un incendio de gran magnitud que se extendió por varias plantas.
La onda expansiva, que llegó a sentirse a más de un kilómetro, provocó daños en viviendas, rompió vidrios y dejó a los vecinos en estado de alarma. Más de 20 dotaciones de bomberos trabajaron durante toda la madrugada para contener un fuego que, entrada la mañana del sábado, seguía sin estar completamente controlado.
El estallido dejó al menos 24 heridos y se registró pasadas las 21 en el denominado Polígono de Spegazzini, un predio industrial abierto ubicado a metros de la Autopista Ezeiza–Cañuelas. Allí operan varias firmas, entre ellas industrias petroquímicas y plantas de almacenamiento. Desde el municipio remarcaron que el incidente ocurrió exclusivamente en ese sector y no en el complejo cerrado ubicado enfrente.
La explosión provocó un movimiento violento de aire que alcanzó las viviendas cercanas e incluso llegó hasta la casa del intendente, ubicada a un kilómetro. La estructura de cinco plantas industriales resultó dañada y los bomberos concentraron esfuerzos en evitar que las llamas alcanzaran a Flamia, una empresa que almacena productos inflamables.
Entre los heridos hubo cortes por vidrios, politraumatismos, quemaduras e intoxicación por humo. Del total de heridos, ocho fueron trasladados a centros de salud, entre ellos una mujer embarazada; todos fueron dadas de alta esta mañana, según fuentes sanitarias provinciales.
El impacto inicial generó especial preocupación por la cercanía de la Planta Térmica Albanesi, situada a apenas 150 metros. Personal del establecimiento activó de inmediato los protocolos de emergencia, y las autoridades confirmaron que la central está protegida y fuera de riesgo.
Las empresas afectadas fueron identificadas como Iron Mountain, Larroca Minera, Almacén de Frío, Aditivos Alimentarios y una distribuidora de productos varios.
La gravedad del siniestro reavivó además el recuerdo del incendio en el depósito de Iron Mountain en Barracas, ocurrido en 2014 y que causó la muerte de diez personas. En esta ocasión, el fuego alcanzó instalaciones de la firma, aunque sin víctimas fatales.
Desde el municipio de Ezeiza informaron que el operativo de control podría extenderse entre 24 y 36 horas debido a la enorme carga de fuego. Bomberos de distritos vecinos, fuerzas de seguridad nacionales y equipos de Defensa Civil se sumaron a la tarea.
Los testimonios de la comunidad reflejan la magnitud del episodio. "Volaron portones, cielorrasos y estructuras; la onda expansiva nos movió todo", describió el dueño de una fábrica cercana. Otros vecinos relataron temblores en techos, vidrios rotos y la aparición de un hongo negro sobre el predio, acompañado de un olor penetrante.
Ante la toxicidad del humo, las autoridades solicitaron que la población permaneciera en sus casas con ventanas y puertas cerradas y, de ser posible, usando barbijos. El radar de Ezeiza detectó la explosión y se activó una alerta sanitaria. La nube tóxica se desplazaba hacia San Vicente y Cañuelas.
Como medida preventiva, se interrumpió el tránsito en la Autopista Ezeiza–Cañuelas y dos cabinas del peaje más cercano colapsaron por efecto de la onda expansiva. El aeropuerto internacional, a pocos kilómetros, no registró afectaciones en su operatoria.
Las causas del siniestro aún no están determinadas. Una de las primeras versiones (que señalaba la caída de una avioneta) fue descartada por las autoridades. Mientras tanto, municipios linderos emitieron advertencias y pidieron a sus habitantes evitar la exposición al humo hasta que la situación esté completamente controlada.
Con un predio aún activo en llamas, viviendas afectadas y plantas industriales con daños estructurales, Ezeiza atraviesa una jornada marcada por la incertidumbre. El trabajo contrarreloj de los equipos de emergencia continúa en un escenario donde cada hora resulta decisiva para evitar que el desastre escale aún más.
