La doble crisis sanitaria y económica que provocó la pandemia en Estados Unidos sepultó las chances de un segundo Gobierno de Donald Trump y dio un respiro a una oposición sin liderazgo claro, que tendrá que enfrentar el legado más importante de los últimos cuatro años: la designación de cientos de jueces conservadores en todos los niveles de la Justicia, incluida la Corte Suprema.

El 3 de febrero pasado, cuando comenzaron las primarias presidenciales para elegir a los candidatos y el coronavirus era aún una noticia que preocupaba a los chinos y algunos de sus vecinos, Trump estaba mucho mejor posicionado que Joe Biden para ganar la Presidencia.

No tenía rivales significativos dentro de su partido y poseía cifras macroeconómicas favorables para mostrar, mientras que los demócratas se encaminaban a otra interna disputada y el candidato del aparato era un hombre que no había querido presentarse cuatro años antes.

Pero todo empezó a cambiar cuando el brote de coronavirus estalló en el país, primero en Nueva York y los estados vecinos, y Trump reaccionó protagonizando una pulseada política con los gobernadores demócratas afectados y subestimando la pandemia.

El golpe de realidad no le llegó al presidente y candidato a la reelección con las cifras epidemiológicas, sino con el derrumbe de la actividad productiva y comercial, que destruyó más de 22 millones de puestos de trabajo en apenas dos meses.

El Gobierno de Trump impulsó un paquete de ayudas directas masivo en el Congreso y luego presionó públicamente a los gobernadores para que reabrieran la economía, pese a las advertencias de los científicos, incluso dentro del Estado.

Las advertencias rápidamente se convirtieron en realidad, los contagios volvieron a crecer en otras partes del país y la curva nacional al día de hoy aún no ha descendido.

Sin embargo, Trump y la oposición no volvieron a acordar un nuevo paquete de ayuda para trabajadores, desempleados y empresas, y el Presidente profundizó sus posiciones anti-ciencia, incluso cuando él mismo y parte de su familia y su círculo político se contagiaron.

Para el final de la campaña electoral, la única estrategia clara de Trump frente a la pandemia -que hoy sigue teniendo a Estados Unidos como el país más afectado del mundo con más de 17 millones de casos y más de 300.000 muertos- era esperar la aprobación de las vacunas, que recién llegó este mes.

Pese a este sombrío escenario epidemiológico y con la convicción de que el año terminaría con una contracción de la economía, Trump perdió las elecciones por apenas decenas de miles de votos en tres estados (aún así, en el voto popular lo hizo por más de siete millones de sufragios).

Fuente: Telam


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