El campeón pasó a los cuartos de final. Volvió a empatar sin goles. Y su arquero resultó clave. Ahora espera al vencedor de Cerro Porteño - San Lorenzo.

Fue un primer tiempo de intensidades. Con un Cruzeiro que, en su condición de local, buscó con la naturalidad que le confiere tal condición, sobre todo en el ámbito de la Copa Libertadores. Con un River que no ofreció inhibiciones.

La primera llegada a fondo sucedió en el área del equipo argentino. Thiago Neves estuvo a punto de convertir. Remató. Y Franco Armani, con su cuerpo inmenso evitó el gol. La segunda parte tuvo que ver con el azar: el rebote pegó en el travesaño.

La llegada más a fondo de River fue un remate desde afuera del área, idea y obra de Ignacio Fernández. Pasó muy cerca del palo derecho del arquero Fabio. Un rato antes, Lucas Pratto también tuvo su chance. River se anima bajo el cielo del Mineirao.

Cruzeiro, protagonista central del fútbol brasileño a pesar de su campaña con altibajos en la Serie A de esta temporada, estableció esta Libertadores como su prioridad. Lo mismo sucede con el River de Gallardo que defiende el título en esta competición.

El local se mostró un poco más intenso en términos de búsqueda, Cuanto menos resultó más filoso. Obligó a Franco Armani a convertirse por un ratito en superhéroe: el arquero sacó del ángulo un remate del colombiano Luis Orejuela. Esa llegada sucedió a los 13 minutos.

(Reuters)

Lo que continuó a esa chance mucho se pareció a dos equipos con inhibiciones. ¿Miedo? Sí, algo así. Al rival, a la circunstancia, a perder. Durante gran parte del segundo tiempo los penales se parecieron a una consecuencia inevitable. Y así fue. Llegaron los penales para determinar al clasificado.

Entonces, apareció Armani -arquero enorme, aunque no estricto especialista en los penales- y con dos atajadas (al capitán Henrique y a Robinho) de cuatro remates resolvió la serie. El penal decisivo, el del 4-2, lo convirtió Santos Borré.


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