Leer en vacaciones

Por Mariana Cayré

¿Qué leemos hoy? Esa es la pregunta que debiéramos hacer a nuestros niños y niñas a diario. Sobre todo en vacaciones, aprovechando que disponen de más tiempo, en las que pasan horas enteras enchufados a algún dispositivo electrónico o llenándose de actividades para que no caigan en el aburrimiento. Lamento que esos momentos de “no saber qué hacer” y “aburrirse sin nada con qué distraerse” tengan tan mala prensa en los años que corren (no solo los años, todos y todas, niños y niñas, nos la pasamos a las corridas intentando llenar nuestras agendas con actividades “productivas”).

Por la noche, antes de dormir, es un buen momento para reconectar en un encuentro íntimo y mágico, que fortalece no solo la integridad de los y las lectoras, sino la relación entre quienes prestan su voz para dar a conocer nuevas historias y nuevos mundos, con  quienes las reciben.

En una hermosa nota escrita por María Elena Walsh en la revista Viva, hace unos 20 años aproximadamente (y que la escritora argentina Margarita Egers Lan la recuerda en sus cuentas de redes sociales con motivo de cumplirse los 90 años del nacimiento de la gran María Elena), la recordada escritora decía, a propósito de ofrecer unas vacaciones “inteligentes” a niños y niñas:

“En las vacaciones muchísimos chicos (y mayores) desconectan inteligencia, memoria, curiosidad y otras dotes del animal humano. En realidad, la mayoría de niños y jóvenes se desconectan el año entero (…) Me resulta arduo concebir las vacaciones infantiles como más de lo mismo, pero en otra parte.

Es una buena ocasión para intentar aventuras distintas, y la mejor que se me ocurre es que los chicos conozcan los que no se les suele ofrecer, por ejemplo, expresiones de arte y cultura, que son al cabo  también modalidades de juego desinteresado. (…) Y está el cuento, el eterno cuento irremplazable en la voz de un adulto, que no necesita de esos mecanismos amplificadores. Sobre todo, anhelo la mutación de esas madres que suspiran angustiadas: Los chicos se aburren… y no se atreven a negarles el permiso de pasarse tardes, noches y mañanas despatarrados en un sillón, control remoto en mano…”

Por supuesto que en esta época al control remoto lo reemplazan otros dispositivos que los alienan de la misma manera y los alejan del arte o la naturaleza. Para este último mes de vacaciones, y para recordar yo también a la entrañable autora de nuestra niñez, les recomiendo una novela de María Elena Walsh, Dailan Kifki, que podemos compartir por las noches a modo de entregas, leyendo los capítulos que la atención y el tiempo que destinemos a esta hazaña nos permitan.

Dailan Kifki es una novela que cuenta la historia de una niña que se topa con un elefante llamado Dailan Kifki, y decide quedárselo y cuidarlo. Llena de aventuras y sinsentidos, la narración abunda en situaciones alocadas en las que los protagonistas conocerán a otros personajes que se irán incorporando a la aventura, de forma que se va formando un relato acumulativo que nos recuerdan las narraciones tradicionales en las que  las historias de los personajes se encadenaban

Con un puñado de situaciones absurdas y un lenguaje cuidado con precisión Dailan Kifki es un libro que todo lector disfrutará, incluidos los adultos que no lo han leído de niños.


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